Son una subpoblación de gatos callejeros que, por el tiempo que han vivido en la calle, han desarrollado conductas de evasión hacia el ser humano. Es decir, evitan a toda costa el contacto con la gente. En caso de ser acorralados, tratarán desesperadamente de huir y si no les da otra alternativa presentarán agresión defensiva.
Los gatos ferales son diferentes de:
Los gatos ferales y callejeros están muy bien adaptados a la vida en la calle; se las han ingeniado para sobrevivir y para coexistir con el ser humano, incluso en los ambientes urbanos, por ejemplo:
Estos gatos se enfrentan a condiciones muy duras, por ello es muy importante ayudarlos y tomar acciones para mejorar su calidad de vida y, lo más importante, evitar que el número de gatos en situación de calle siga aumentando. Las personas que promueven bienestar en estos gatos se llaman “cuidadores”.
A un grupo de dos o más gatos ferales y callejeros sexualmente maduros que viven y se alimentan en un mismo espacio se le llama “colonia”.
No, porque no toleran el contacto humano. De hecho, les genera tanto estrés que el mantenerlos en cautiverio podría considerarse un acto de crueldad.
La excepción son los cachorros menores de 8 semanas de edad, siempre y cuando sean sometidos a un periodo intenso de socialización.
Puedes convertirte en su cuidador y procurar su bienestar. Lo más importante es asegurarse de que todos los gatos sean esterilizados para evitar que siga creciendo la colonia y que sigan naciendo más gatitos sin hogar.
La esterilización además reduce considerablemente los maullidos de gatas en celo a media noche, escándalos por peleas entre machos y el marcaje de territorio con orina (el olor de ésta también disminuye).
El TNR es el método que ha comprobado ser humanitario y eficaz para controlar el crecimiento de las poblaciones de gatos ferales y callejeros.